domingo, 31 de mayo de 2009

Los riesgos de hacer la compra en francés

Vivir en un país en el que se habla un idioma diferente al tuyo a veces puede ser un problema, sobre todo a la hora de hacer la compra. Tras casi dos años de probar suerte y, sorprendentemente, seguir viva, he decidido crear una tabla para evitar que futuros incautos mueran intoxicados. Según tu nivel de francés (del I al V), esta tabla te ayuda a saber qué pedir en el súper sin temor a confundirte.

Nivel I. Pasta y arroz: lenguaje universal, perfecto para recién llegados.
Nivel II. Verduras: fácil, esas tienen colorines y formas identificables.
Nivel III. Carnes: a poco que hayas hecho la compra en España alguna vez, podrás identificar la mayoría. Y sino, las salchichas son iguales vayas donde vayas.
Nivel IV. Quesos: en otros países no sé, pero en Francia es imposible saber cuál es cual y, si quieres salir algún día del súper, mejor no pidas consejo a un experto. Es queso francés y está bueno, y punto.
Nivel V. Pescados: sólo para los más valientes. A menos que vivas en un pueblo costero, las pescaderías te sonarán a chino. Y, peor, a caro, muy caro. Así que acabarás comprando pescado congelado informe con nombres extraños que, por supuesto, no tienen nada que ver con los que tú conoces.

Mi última compra de pescado consistió en una especie de barras de pescado congelado con pinta de merluza, pero que han acabado siendo un pescado indefinido y chicloso, que tarda como tres cuartos de hora en freírse lo cortes como lo cortes, y que se pega a mi sartén antiadherente. Pese a todo decidí probarlo y es como beberse un vaso de agua: insípido.

La próxima vez bajo al súper con el diccionario.

Viajeros-maleta

Hoy me he dado cuenta de que en los tres meses que llevo compartiendo piso con la habitante del búnker, no se ha levantado ni un solo día antes que yo. Días de clase, fines de semana, vacaciones. Salga de fiesta o no. Su media son las 2 de la tarde. Y una vez despierta, su actividad sigue desarrollándose intramuros; entre Messenger, películas y los dichosos audio-libros en alemán, es capaz de no pisar la calle en días.
Pero lo más triste del caso es que viene a Francia para apenas 6 meses. Seis meses en los que, en vez de conocer gente, salir, visitar la ciudad o aprender el idioma, se convierte poco a poco en una maleta.

Todos hemos conocido alguna vez a un viajero-maleta. Son esos viajeros que, como la habitante del búnker, viajan porque hay que viajar, pero una vez allí prefieren quedarse en el ordenador del hotel contando lo bien que se lo están pasando en vez de salir a pasárselo bien de verdad. Son esos que vienen, toman la foto y se van, porque “ya lo he visto”. Son esos que viajan como una maleta: del avión al hotel y viceversa.

Ya lo decían mis padres; “la vida del turista es muy dura”. Incluye madrugones, ampollas en los pies, lluvia a cántaros o quemaduras por el sol. Pero a cambio te regala amigos, lugares increíbles, fiestas, risas, anécdotas, descubrimientos, cultura, crecimiento personal… No hay nada mejor en un viaje que la incertidumbre del día a día, la anticipación de un nuevo descubrimiento y una nueva aventura.

Hoy pienso seguir mi propio ejemplo y voy a salir a ver mundo (o Avignon, que en un solo día tampoco da tiempo a mucho). Eso sí, me vestiré en silencio, que mi compañera-maleta aún duerme…

sábado, 30 de mayo de 2009

Chau

El 17 de mayo de este año el mundo entero perdió un artista, un poeta, un enamorado.
Para ti, Benedetti, porque tu voz sigue sonando alta y clara aún ahora



CHAU NUMERO 3

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

Mario Benedetti, 1920-2009

jueves, 28 de mayo de 2009

Cuenta atrás

Me quedan exactamente 14 días, 14 horas, 43 minutos y 30 segundos para acabar los exámenes.

Parecía mentira hace un mes, pero al final va a ser que sí que hay un final para todo. Y, una vez libres, verano, calor, playa (todo lo que se pueda) y muchas cosas bonitas.

No sé si puedo esperar tanto tiempo...

domingo, 17 de mayo de 2009

Hoy no quiero ser inmigrante


Hay días en los que ser inmigrante no es tan divertido como parece.

Son esos días en los que te levantas con el pie cruzado, y parece que no te sale el idioma, que no entiendes las costumbres, que no sabes qué haces aquí, y que encima te viene el listo de turno a explicarte que la frase que has dicho estaba mal porque en francés el verbo va después del sujeto o cualquier obviedad por el estilo.
Son los días en los que te das cuenta que en realidad todo el mundo piensa que eres un poco idiota porque te resulta más difícil hacer las cosas que a ellos. Y aunque tú sabes que es por culpa del idioma, ellos piensan que simplemente es que no das para tanto.

¡Pobre extranjerito que no puede vivir en su país y viene a la tierra de las oportunidades a hacer dinero! ¡Mírale, qué mono él, qué forma más graciosa de pronunciar las erres!

Ser inmigrante es complicado. Es duro dejarlo todo para irte a otro lugar en el que no conoces a nadie y nadie te traerá sopitas cuando enfermes. Es agotador enfrentarse al día a día en un idioma que no es el tuyo, con unas costumbres que no conoces y nadie se molesta en explicar porque son obvias para ellos. Es difícil tener que demostrar continuamente que vales lo mismo que un nativo, ir a una entrevista de trabajo pensando que tú con tu experiencia de 4 años compites al mismo nivel que un francés sin experiencia, porque él habla el idioma perfectamente y tú eres extranjero.

Obviamente no todo el monte es orégano. Lo que no te mata te hace más fuerte y la experiencia de vivir en otro país te hace más resistente, más autónomo.
Pero es que hay días en los que vendería mi alma por poder volver, aunque sólo fuera un rato.

Y para los que nunca partieron, piensen en ello la próxima vez que encuentren un adorable inmigrante en su ciudad. En el fondo todos somos humanos.

jueves, 14 de mayo de 2009

Burocracia Francesa

Desde mi llegada a Francia calculo que debo haber consumido la mitad de un bosque tropical sólo en papeleos y burocracia varia.

Aquí dejo una lista con lo básico que he ido necesitando para la supervivencia en Francia:

- DNI / Pasaporte.
- Tarjeta Sanitaria Europea / Carte Vitale.
- Partida de nacimiento / Libro de Familia.
- RIB (Relevé d'Identité Bancaire, ficha con tus datos bancarios).
- Contrato de alquiler y État des lieux (hoja en la que declaras el estado de la casa cuando llegas y cuando te vas, por si toca pagar daños).
- Justificación de domicilio en Francia: factura de teléfono o de electricidad (no, aquí el contrato de alquiler no es suficiente justificación).
- Carnet de estudiante.
- Cantidades ingentes de folios para tomar notas en clase / un ordenador con memoria capaz de avergonzar a un elefante.
- 3 últimas nóminas tuyas y/o de tus padres (el aval para el alquiler).
- Las dos últimas declaraciones de la renta (para las ayudas).
- Sección erasmus: multiplíquese todo por 10 y añádase el certificado erasmus, el certificado y cuantía de la ayuda, los certificados de idiomas, el contrato de estudios, la lista de asignaturas autorizadas y firmadas por cada profesor, el certificado de llegada, el certificado de salida...

Obviamente cada elemento de esta lista será fotocopiado por triplicado, firmado en todas y cada una de las páginas, compulsado en la oficina de Marseille, enviado a la de Aix-en-Provence para su comprobación y finalmente a la de Avignon para su aprobación, y lo tendrás que guardar durante al menos 150 años bajo pena de ser quemado vivo en la plaza del pueblo sobre una pila de solicitudes rechazadas.

Un consejo: traed un buen archivador.

Si Balzac levantara la cabeza...

A los pocos días de conocernos, hablando de libros que habíamos leído la habitante del búnker y yo, me contó que antes no le gustaba mucho leer, pero que hacía poco había descubierto un método revolucionario para leer sin esfuerzo: los libros-cd.

Al parecer ahora hay gente capaz de leer en voz alta, suave y melodiosa las 607 páginas del último libro de Harry Potter sin mandarte a dormir de inmediato. Y por si aún dudábais tras esta última referencia, no, no escucha Tolstoy o aprovecha su estancia francesa para empaparse de Molière o Camus, no.

Y, obviamente, lo escucha en alemán. Sin auriculares. Durante horas. Parece ser que le gusta "escuchar" libros mientras hace otras cosas (chatear en el messenger, jugar al ordenador, maquillarse, ¿he dicho ya chatear?).


Y, ojo, que no digo que la historia esta de la lectura-escucha no sea una idea estupenda; pensemos en todos esos pobres cieguitos que sólo pueden ir leyendo cupones porque apenas hay libros en Braille. Lo único que digo es que la última vez que la vi, la habitante del búnker no parecía sufrir de problemas visuales. Y que yo tampoco soy ciega ni hablo alemán.


Si Balzac levantara la cabeza, probablemente volvería a morir del susto.

domingo, 10 de mayo de 2009

La clave está en el blanco

Hace un par de días iba andando por la calle y, de repente, tuve una revelación: ya es verano en las Galleries Lafayette (El Corte Inglés pero en francés).
Y no fue por el hecho de disfrutar de temperaturas veraniegas, ni por el incremento de horas de luz, no. La clave está en el blanco.

Me explico: los franceses tienen una poderosa tendencia a uniformarse. Es algo inconsciente y asumido, una imperiosa necesidad de jamás desentonar. Y esta uniformidad alcanza su máxima expresión en el color. Durante todo el invierno me he visto sumergida en un mar de negros, grises, azules marinos y marrones oscuros. Da igual el tipo de ropa que lleves, la clave de la elegancia estará siempre en los colores oscuros. A su favor he de decir que un armario francés suele ser una obra maestra en la que cada pieza puede combinarse con prácticamente todo lo demás.

Así que cuál no sería mi sorpresa cuando el otro día miré a mi alrededor y me di cuenta de que, de repente, estaba rodeada de blanco, como si hubiera llovido lejía esa noche y nadie se hubiera dado cuenta. Pantalones, camisas, chaquetas, faldas; cada una de las personas que crucé en mi camino llevaba al menos una prenda blanca (e inmaculada).
Lo cual confirma un tópico y mi teoría sobre dicho tópico: Francia es uno de los países mejor vestidos del mundo, y lo es gracias a que han sido los únicos en aplicar a la vestimenta la técnica del copiar-pegar. Cójase el color apropiado, y copi-pégese en toda su vestimenta habitual.

Y yo con estas pintas… negras.

domingo, 3 de mayo de 2009

La quiche de los domingos

Cuando estaba en Madrid, los domingos para mí solían significar pollo asado, tortilla de patatas, pimientos fritos, comidas pantagruélicas que acababan a las 6 de la tarde… Ahora las cosas han cambiado y suele tocar pizza o cualquier cosa fácil de hacer, que cuando una sale el sábado no suele estar en estado de ponerse a cocinar a la mañana siguiente y, desdichadamente, aquí no hay bares de tapeo o pollerías de domingo por la mañana.

Sin embargo hoy me he levantado con tiempo, así que he decidido hacer mi domingo pantagruélico, pero a lo francés, claro. Y, ¿qué más típico que una quiche para un domingo francés?
Así que aquí dejo la receta de mi quiche para uso y disfrute del personal. Aprovecho para aclarar que yo la hice de espinacas y queso, pero que en realidad se puede hacer de lo que queráis (bacon, champiñones, jamón, cualquier tipo de queso, salchichas, puerros... eso sí, teniendo cuidado de escurrir siempre la grasa).

Quiche de espinacas y queso fresco
Ingredientes (3-4 personas):
1 lámina de masa quebrada
150 gr de espinacas congeladas
50 gr de queso fresco
4 huevos
100 ml de nata líquida
Sal y nuez moscada

Preparación:
1. Hacer las espinacas siguiendo las instrucciones del paquete (normalmente ponerlas en un cazo con agua y sal a fuego medio-fuerte hasta que estén listas). Escurrir y reservar.

2. Batir en un bol los huevos, el queso, un poco de nuez moscada y sal al gusto. A coninuación, incorporar a la mezcla la nata líquida y las espinacas y mezclar bien. 4. Cubrir el molde de la quiche con papel de horno y forrarlo con la masa quebrada. Pinchar la superficie con un tenedor. 5. Rellenar la masa con la mezcla y hornear durante unos 15-20 min a 180º.6. Cambiar el horno a grill durante otros 5 minutos o hasta que se dore.¡Glotones, a sus tenedores!