Hoy he soñado una novela policíaca.
Había chicos guapos y misteriosos, persecuciones en coche, un rapto de unas pobres cabras y una conspiración en un lejano despacho.
Como en casi todas las novelas del género, al principio todo parece muy simple: los chicos buenos son requetebuenos y los malos del despacho, requetemalos; pero pronto se descubre que nada es lo que parece.
Todo empieza cuando los buenos consiguen un trabajo honrado en la empresa en la que yo trabajo, que ofrece viajes de larga distancia en coche, mientras los malos se dedican a robar cabras, como tiene que ser. Al principio todo es dicha y buen humor, pero un buen día, al preguntarles sobre su pasado, responden con evasivas, bosquejando un oscuro secreto que nadie quiere confesar. De pronto, se descubre que los misteriosos hombres del despacho están de hecho investigando este oscuro secreto y siguiendo a los chicos guapos. Se habla de una familia rica, inmensamente rica, de la fuga de uno de los hijos, de la mala vida y de todas esas cosas que sólo un policía puede averiguar.
¿Serán los buenos dos malvados prófugos o tan sólo las víctimas de los detectives - raptores de cabras? De hecho, ¿por qué secuestran cabras los hombres del despacho, y qué tienen que ver con el oscuro secreto de los chicos guapos? ¿Quiénes son los buenos y los malos realmente?
Pues todo ello quedará para próximas entregas porque, por culpa de un mosquito acosador, en ese momento me desperté. Se aceptan pistas y teorías que ayuden a resolver el misterio.
A veces mi subconsciente me preocupa, aunque hay que admitir que tiene estilo.