domingo, 13 de diciembre de 2009

Dudas frecuentes del estudiante universitario

Cuando una hace una pausa mientras estudia, levanta la mirada para ver que hay al otro lado de la ventana y la luz del sol le hace daño a los ojos, es el momento de recordarse a una misma que no, no se está convirtiendo en vampiro, es solo época de exámenes.

Menos mal que solo queda una semana para las vacaciones...

Mientras tanto vigilaré atentamente mis colmillos. Nunca se sabe.

Crónica de un viaje a la japonesa

Una de las mayores ventajas de irse de intercambio a otra universidad son las asociaciones Erasmus, que no sólo te reciben y ayudan a integrarte (unas más que otras), sino que organizan fiestas, cenas y excursiones mínimo un par de veces al mes, y siempre a precios irrisorios. O por lo menos así fue durante mi Erasmus en Lyon hace dos años.

Así que cuando mis amigos erasmus me invitaron hace unas semanas a ir con ellos y la asociación de erasmus de Aviñón de excursión por Montpellier y alrededores no lo dudé ni un momento; un viaje interesante, con gente divertida y por cuatro duros, ¡qué más se puede pedir! No sería hasta el viaje mismo que descubriría que no es oro todo lo que reluce, y que no todas las asociaciones erasmus funcionan igual de bien.


A las 8 de la mañana nos esperaba en la puerta de la universidad un autobús que por el aspecto que tenía debía haber sobrevivido a ambas guerras mundiales. Pese a nuestros iniciales reparos, se puso en marcha y salimos hacia el Puente del Gard, un precioso puente-acueducto romano situado en un paraje natural espectacular (más información aquí).


El puente desde arriba


Llegamos, bajamos del autobús y el guía nos avisa: tenemos 20 minutos para verlo todo, así que ya podemos darnos prisa. "Los que quieran quedarse abajo que vigilen la hora, los que quieran subir al puente que vengan, sacamos la foto y nos vamos, que no hay tiempo". Como los japoneses: vienen, fotografían y se van. Ser turista es duro, oiga...


Pues dicho y hecho, subimos, sacamos las fotos y ya nos está gritando el guía que nos demos prisa que hay que irse.


Siguiente parada, la fábrica de golosinas Haribo, el sueño de cualquier grupo de jóvenes hambrientos. Llegamos a las puertas y... nos llevan directos a la tienda para que "compremos algo y volvamos al bus, que hay mucho camino todavía por delante". No entraremos a la fábrica porque la entrada no estaba incluida en el precio del viaje (de lo cual, dicho sea de paso, nadie nos avisó).


Volvemos al autobús de nuevo con la moral cada vez más tocada y dispuestos todos a seguir durmiendo un rato, y entonces el guía tiene una magnífica idea para animarnos; ¡hagamos un karaoke en el autobús durante toda la hora y media que nos llevará llegar a Montpellier! Dicho y hecho, allí sale un representante de cada país a cantarnos una canción típica de su lugar de origen. Yo, mientras tanto, aprovecho para dedicar unos minutos a la introspección. ¿Seguro que estoy en Francia con un grupo de estudiantes? ¿No habré caído en un agujero espacio-temporal que me ha metido en medio de un viaje de japoneses jubilados?


Mientras sigo dándole vueltas a estas dudas en mi cabeza, llegamos a Montpellier. O, mejor dicho, a un centro comercial a unos 20km de Montpellier en el que, esta vez sí, nos dejan pasar una hora y media, "por si queremos ir de tiendas". Empiezo a preguntarme si el guía cobra comisión sobre las ventas.


Después de comer el guía vuelve a juntar al rebaño para ir al Planetario a ver una película en 3D sobre la carrera espacial y un pequeño curso para reconocer los planetas en el cielo que, por supuesto, la mitad de los erasmus se duerme con ronquidos incluidos.


¡Con el asteroide del Principito en el Planetario!


Ya son las 4 y media de la tarde, momento en el que salimos hacia Montpellier, a donde llegamos a las 5. A la bajada del autobús nos espera el guía de nuevo con cara de "os vais a reir cuando os diga la hora de vuelta a casa". Le empiezo a coger manía al guía este de las narices, y con más razón aún cuando nos anuncia que tenemos dos horas para verlo todo y volver al punto de partida.


Plaza de la Comedia de Montpellier

Contra todo pronóstico y a costa de un dolor de pies monumental, nos juntamos un grupo relativamente reducido que conseguimos ver una gran parte de la ciudad en ese par de horas. Eso sí, de nuevo a la japonesa, pasen, saquen la foto y a otra cosa mariposa. Pese a todo, pudimos disfrutar de una preciosa Montpellier iluminada por Navidad, con un acueducto del siglo XVII en medio de la ciudad, la plaza de la Comedia con su arquitectura clásica y el mercado de Navidad, gente por doquier y hasta un grupo de rock tocando ahí en medio, el jardín botánico, uno de mis sitios preferidos en la ciudad, la catedral de San Pedro con su espectacular pórtico y la Facultad de Medicina, la facultad más antigua del mundo que sigue en funcionamiento. También nos pasamos por la zona modernista, pero qué quieren, a mi me pareció bastante espantosa, sobre todo en comparación con el resto (más información aquí y aquí).


Lo único que puedo agradecer al guía es que a la vuelta no volvió a mencionar el karaoke, y menos mal, porque probablemente alguno de nosotros habría atentado contra su integridad física y entonces no habría conductor que nos llevara de vuelta a Aviñón y acabara con nuestro sufrimiento.


Una y no más, Santo Tomás.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Doucement

Hace unos días le explicaba yo a un amigo que vino a verme: "Aquí en Aviñón su palabra favorita es doucement, es decir, tranquilamente. La vida de Provenza tiene su propio ritmo, mucho menos estresante que el que tenéis en las grandes ciudades".

Al día siguiente, un soleado sábado de paseo y mercadillo, escuchamos de repente a lo lejos un estruendo de cláxones de coche pitando a todo trapo. "Una boda", le expliqué, "pitan porque acaba de terminar la ceremonia y van hacia el restaurante a comer". Mi amigo sonrió. "Es curioso, cuando yo escucho un claxon pienso en atascos y malhumor, y aquí tú ni te lo planteas; es una boda porque no podría ser ninguna otra cosa".

Yo me encogí de hombros. "Ya te lo dije, aquí las cosas van doucement".

lunes, 7 de diciembre de 2009

I ♥ Einstein

De vez en cuando mis queridos compañeros de clase hacen ciertos comentarios que me hacen preguntarme cómo demonios han conseguido llegar a la universidad. Sin ir más lejos, hoy mi corbata de Einstein (véase foto a continuación) me ha regalado una perla monumental de una de mis compañeras que, queriendo hacer un comentario intelectual (creo), me soltó:

-¡Cómo mola tu corbata! ¿Eres fan de Einstein?
-...


(Sí, tengo todos sus discos.)

Si hay algo que he aprendido a lo largo de mis viajes por el globo es que sólo hay dos verdades universales: que el agua hierve a 100 grados y que la estupidez humana no tiene límites.

O, dicho de otra forma, más vale cerrar la boca y parecer idiota que abrirla y demostrar que lo eres.

La autora y su corbata.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Navidad


Hace unos días publiqué una entrada sobre el día del Armisticio (véase aquí) en el que mencionaba la "aconfesionalidad" de los estados francés y español y su aplicación práctica. Pues bien, hoy voy a hacer de abogada del diablo y comentar una cosa que me ha llamado la atención:

Pongámonos en antecedentes: España es un estado aconfesional, es decir, aquel en el que el gobierno no se adhiere a una religión oficial, pero permite la colaboración con los distintos credos por igual. Francia, por otra parte, es un estado laico en el que el gobierno es totalmente independiente de cualquier organización o confesión religiosa.
Toda esta palabrería viene a decir que, si bien en España el gobierno tiene "derecho", según la constitución, a celebrar fiestas religiosas, debería celebrar tanto la Navidad como la Fiesta del Cordero, puesto que todas las religiones son iguales; y que sin embargo Francia no debería celebrar ninguna, dado que eso significaría unir gobierno y religión.

Y entonces, me pregunto, si estoy viviendo en un estado que sólo autoriza la práctica de la religión en privado, ¿por qué demonios tengo que soportar durante las tres horas y media que dura mi turno de trabajo los dichosos villancicos del gigantesco árbol de navidad que nos han plantado en medio del comedor de mi facultad pública?

Odio trabajar cara al público en época navideña.

domingo, 22 de noviembre de 2009

La invasión de las frases misteriosas


Hace un par de meses, en uno de esos días en los que paseaba distraída por las calles de Avignon, me fijé de casualidad en una inscripción en el suelo hecha con pintura roja que rezaba: "REVEILLE-TOI" (Despierta). Nada acompañaba la pequeña frase, ninguna explicación o pista que indicara quién la hizo o por qué estaba ahí.


A lo largo de estos meses las aceras de la ciudad se han ido llenando de estas inscripciones misteriosas. Unas dicen "FAIS COMME CHEZ TOI" (Siéntete como en casa).


Otras dicen "T'ES ENCORE LÀ" (Todavía estás aquí).


Pero, como en el primer caso, ninguna explicación.

A partir de ahora tendré que prestar mucha más atención a dónde piso, no vaya y sea que me pierda la solución al enigma de las frases misteriosas - que, por supuesto, haré saber aquí en La Metafísica del Croissant en cuanto sea desvelada.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Pasen y beban


Entre las tradiciones varias del país de los croissants hay una que me resulta especialmente simpática, y es la fiesta de bienvenida al nuevo Beaujolais.

Cada tercer jueves de noviembre el país entero, y especialmente la zona del valle del Ródano, se reúne en las plazas centrales de ciudades y pueblos para celebrar la nueva cosecha del vino de la región de Beaujolais. Durante esa noche abuelos, estudiantes, amas de casa y melenudos todos mezclados se reúnen para beber y decidir si la cosecha de ese año ha sido buena o no; tarea que se complicada a medida que avanza la noche y se vacían las cubas, todo hay que decirlo. Y como Avignon no puede ser menos, aprovecharon los puestos del mercado de navidad para ofrecer degustaciones gratis a todo el que pasaba.

¿El veredicto de este año? Aquellos que sobrevivieron a la resaca de la mañana siguiente son unánimes: 2009 trajo una buena cosecha. ¡Ahora solo queda bebérsela toda antes del año que viene.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Feliz día del Armisticio


Para tal día como hoy, 11 de noviembre, un post alegre; y es que hoy celebramos en Francia el aniversario del armisticio de la Primera Guerra Mundial.

Francia tiene a gala el ser un estado realmente aconfesional, no como España que, pese a nuestra querida Constitución, tenemos de aconfesional lo que yo de gimnasta olímpica. Lo malo es que eso elimina de un plumazo todos los festivos dedicados a santos y patrones varios y, como algún día festivo había que dar a los sufridos trabajadores franceses antes de que montaran una huelga, han decidido conmemorar actos históricos notables. De ahí, nuestro día del Armisticio.

¿No les parece bonito dar un día libre a todo un país para celebrar la paz?

Así que, como allá donde fueres haz lo que vieres,

¡La Metafísica Del Croissant les desea un feliz día del Armisticio!

jueves, 5 de noviembre de 2009

Lo que me revienta de los Erasmus


Que discutan públicamente sus planes de fiesta para la noche y me llamen aburrida porque un martes "prefiero" quedarme en casa estudiando para el examen del día siguiente que salir con ellos hasta las 6. Así de particular que es una, no te digo.

Que cuando llego encantada de la vida porque he sacado un 14 sobre 20 en un examen me digan que no pasa nada y que el próximo seguro que me sale mejor. ¡Que esto es Francia, jolines! ¡Aquí un aprobado ya es buena nota y no como en España que le dan una licenciatura hasta a la Obregón!

Que, mientras que ellos tienen derecho a usar un diccionario en los exámenes por ser "pobrecitos extranjeros recién llegados", a mi todos mis profesores me compadecen porque "es una lástima que esté en desventaja lingüística respecto a los franceses". Ya. ¡Pues déjame usar el diccionario a mi también y vete a compadecer leprosos, leñe!

Que se asombren y me tachen de inculta cuando descubren que no conozco la última chorrada del programa de menganito que tan de moda está ahora en España. Hace año y medio intenté volver a conectar un poco con la actualidad epañola y lo primero que me apareció fue el "Chiki Chiki". Desde entonces cuando me aburro leo un libro.

Así que, para todos los erasmus que lean esto, haced el vago, salid de fiesta y sed felices, ¡pero no nos lo restreguéis al resto!

jueves, 29 de octubre de 2009

Revelaciones (I)

Hace un rato he salido a mi terraza a ver la puesta de sol sobre la ciudad, y entonces me he dado cuenta de un hecho importante: vivo en un pequeño y romántico estudio con terraza en medio de una ciudad medieval del sur de Francia.

¡Rempámpanos! ¡Qué novelesco!

¿Quién me lo iba a decir a mi hace dos años?

Pasen y vean


http://chemajazz.blogspot.com/2009/10/de-nuestra-corresponsal-en-avinon-les.html

Y ya que están, échenle un ojo al blog. Merece la pena (y no lo digo porque sea mi padre).

miércoles, 21 de octubre de 2009

Megde

Yo ya lo había dicho: los macarras franceses impactan mucho menos.

Sera porque se visten como si acabaran de salir de un cómic, con pantalones pitillo, zapatillas fosforitas y la gorra a un paso de flotarles por encima de la cabeza de lo alta que va. Que, dicho sea de paso, me hace preguntarme cómo demonios hacen en Avignon con el Mistral a 100 km/h para que no se les vuele de verdad. ¿Será cosa de encajarla bien o le darán directamente al superglue?

Pero en realidad creo que el problema está en los insultos. Seamos sinceros: los improperios pronunciados con boquita de piñón y las egges a la fgançaise suenan mucho menos malsonantes, valga la redundancia.
Casi dan ganas de responderles: "¡Mírale qué mono, las cosas que dice con su acentillo francés!" (práctica desaconsejada por lo demás si pretenden conservar su integridad física). Pero es que donde estén una jota o una erre bien pronunciadas que se quiten todas las egges del mundo...

Y, si no me creen, prueben a decir "merde" en lugar de "mierda". O llamen a alguien "conard" en vez de "gilipollas". Pues eso.

sábado, 17 de octubre de 2009

Salsa a la francesa

Cosas que he aprendido esta semana:

Que, si bien políticamente España forma parte de Europa, a efectos prácticos se considera un país tercermundista.

Que la salsa es un deporte peligroso y hay que tomar precauciones médicas antes de practicarlo.

Que no tengo la tuberculosis.

¿Que por qué he aprendido todo esto y qué tienen que ver unas cosas con otras? Muy sencillo: porque me he inscrito en un curso de salsa en la universidad.
Sí, sí, como lo oyen: salsa. Lo que en España resulta tan sencillo (apuntarse, pagar e ir a clase) aquí, con la burocracia de marras, acaba siendo una odisea que nunca se sabe cuándo ni dónde acabará.

Primer paso: inscribirme por Internet al centro deportivo. Hecho.
Segundo paso: inscribirme por Internet en "deporte" como asignatura de libre elección. Hecho.
Tercer paso: pagar la cuota anual (10€). Hecho.
Cuarto paso: conseguir un certificado médico que me declare apta para la práctica deportiva. Empiezan los problemas.
Pido cita en el médico de la universidad. Me recibe una semana más tarde y me hace un reconocimiento general mientras aprovecha para contarme su vida y milagros. Me pide la cartilla de vacunaciones y, como no la tengo, me obliga a vacunarme del tétanos, la difteria y la tos ferina (todos sabemos que la salsa es un deporte peligrosísimo y más vale prevenir que curar). Añade una prueba para saber si tengo la tuberculosis, por si acaso, pues ya se sabe que la sanidad española nada tiene que enviar a la de Mali.
Empiezo a preguntarme qué demonios haremos en clase que requiera tantas precauciones.
Una semana más tarde, una vez vacunada y confirmado que no tengo la tuberculosis, me da el dichoso certificado: soy médica y físicamente apta para bailar salsa. Qué alivio.
Quinto paso: me inscribo físicamente en el centro deportivo y me obligan a contratar un seguro para la práctica de deportes.
La inquietud se convierte en preocupación. ¿Necesito un seguro? Pero aquí cómo bailan salsa, ¿a puñetazos?
Sexto paso: con todos los paneles, vacunas y seguros, me tamponan la tarjeta de estudiante. Tras dos semanas de papeleos, ya estoy oficialmente matriculada en salsa.
Ahora solo me queda reunir el valor para ir a clase. Y la fuerza para llevar la pila de papeles hasta mi casa.

Están locos estos franceses...

martes, 6 de octubre de 2009

A de Apocalíptica

El mes pasado, tras haber estado desconectada del mundo durante la totalidad de mis vacaciones, fui a hacer la compra a mi supermercado habitual y al pasar por caja me fijé en que habían quitado el stand de chicles para poner en su lugar un nuevo lineal de gel de manos antibacteriano y antitodo. Cosas de marketing, me dije, y seguí a lo mío.
Sin embargo, al día siguiente tuve un encuentro cuanto menos sorprendente con una de mis profesoras. Tras los saludos de costumbre y la pregunta de rigor sobre las vacaciones recibí una respuesta del estilo: "Espero que esté preparada para trabajar desde su casa llegado el caso". Ante mi cara de qué-tiene-que-ver-la-velocidad-con-el-tocino la profesora continuó su discurso: "¿Pero no sabe que ha habido un caso de gripe A en Avignon? ¡Hay que estar preparados para el cierre inminente de la universidad!"

Así que era eso; la dichosa gripe A ha llegado a Avignon. Abróchense los cinturones.

La gente necesita motivos de preocupación. La felicidad es demasiado complicada, demasiado aburrida. ¿Se imaginan los encuentros con sus conocidos si no hubiera desastres naturales? ¿De qué hablarían? ¿Del tiempo? ¿De la cosecha? ¿De las fluctuaciones en el precio del atún escandinavo?
El Avignews, periódico semanal gratuito de la región (nótese el hábil juego de palabras entre Avignon y News, "noticias" en inglés), dedicó hace un par de semanas dos páginas enteras a un reportaje sobre la gripe de las narices lleno de gráficos de quesitos y diseños de virus verdes con pinta de extraterrestre cabreado. Añadían la semana pasada el artículo "In bed with la grippe A: Cloé raconte" (en la cama con la gripe A: Cloe lo cuenta), una recopilación de extractos del diario que Cloé, estudiante de instituto avignonesa afectada por el virus, ha tenido a bien escribir para la redacción del periódico. En él la joven cuenta sus impresiones, sus síntomas e incluso sus idas y venidas al baño. Todo es motivo de interés cuando hay una epidemia de por medio.

Hace diez días me resfrié un poco y no pude evitar ir tosiendo por ahí. La primera pregunta que me hicieron todos mis amigos y compañeros sin excepción fue si tenía la gripe A. "Por supuesto", les contesté, "tengo la gripe A de Apocalíptica y he venido aquí a mataros a todos".

Me pregunto si se puede morir de estupidez. O de hipocondría. Eso sí que causaría una verdadera epidemia...

domingo, 4 de octubre de 2009

Desacostumbrándome

Desde mi vuelta de vacaciones no he parado de recibir Couchsurfers en casa; en parte para suavizar el regreso a la rutina, en parte porque siempre acabo conociendo gente interesante y divertida.
Los primeros quince días, mientras seguía de vacaciones, todo fue de perlas; pero ya hace dos semanas que empecé las clases y empezó a ser obvio que necesitaba parar un poco y tomarme un tiempo para hacerme al nuevo horario, las nuevas clases, el nuevo trabajo... A eso hay que añadir que, tras un mes de gente entrando y saliendo de mi casa y de compartir un espacio tan reducido, empezaba a sonarme muy, pero que muy bien la perspectiva de disfrutar de mi pequeño reducto a mis anchas.
Dicho y hecho: esta mañana dije adiós a mi último couchsurfer del mes y pasé la tarde viendo series y paseándome por la casa en ropa interior, disfrutando con la idea de poder hacer ruido y tener la casa para mi sola.


Pero hace diez minutos, mientras me metía en la cama y preparaba el ordenador para ver una película, miré a mi alrededor y no había nadie... y lo eché de menos. Será la fuerza de la costumbre, o quizá las pequeñas conversaciones sin sentido que se tienen justo antes de dormir; pero hay una parte de mi que echa de menos a esos viajeros que invaden mi espacio y ocupan mi tiempo, un pedazo de mi personalidad que sufre un severo síndrome de Estocolmo en su versión turista.

¿Puede uno compartir piso con un "viajero" sin nombre, ni patria, ni bandera, que viene y va a su antojo, o debería reacostumbrarme a la vida independiente?

Mientras reflexiono sobre la respuesta, voy a mirar las peticiones de viajeros para noviembre...

martes, 8 de septiembre de 2009

Ciao bella!

Aqui estoy, empleando mis ultimos minutos en Italia en escribir en mi manida libreta mis impresiones sobre este pequeno gran viaje (me disculpen por la falta de acentos, pero escribo con un teclado ajeno en el que vaya usted a saber donde andan escondidos).

Italia es el pais en el que todos los topicos son reales; un pais en el que no esta muy claro donde acaba el gobierno y donde empieza la mafia, un pais en el que no se puede andar mas de diez metros sin ser cortejada por un elegante galan italiano, uno de los paises con la gastronomia mas rica y abundante del mundo, un pais en el que la mamma es la reina de la casa, porque la mamma italiana es mucha mamma.
Italia es apasionada, intensa, diferente, sorprendente.

Creo que en este viaje improvisado he sido feliz.

Dentro de cuatro horas pisare por ultima vez suelo italiano antes de volar de vuelta a casa, y me digo en mi fuero interno que a lo mejor no seria tan mala cosa perder el avion...

No quiero volver. No quiero, no quiero y no quiero.

Mis aventuras por estos lares las relatare en proximas entregas, porque ahora Cagliari me espera para decirme
arrivederci!

lunes, 3 de agosto de 2009

Adiós

Hoy vuelvo a mudarme, esta vez a un apartamento para mi solita en el último piso de mi residencia. En mis últimos momentos en mi ahora ex apartamento, pienso en los momentos vividos y me despido, lágrimas en los ojos.

Adiós a las compañeras de piso que no limpian jamás y no respetan tu intimidad.
Adiós a entrar de puntillas cuando llego tarde por la noche para no despertar a mi compañera.
Adiós a los techos altísimos, refugio de arañas y demás bichejos inmundos.
Adiós a las ventanas que dan a la calle, a los bocinazos, a la chirriante puerta de entrada, al camión de la basura de las 6 de la mañana.
Adiós al ritmo frenético del vecino de arriba, y a la música ochentera de las de al lado.
Adiós a los vecinos de enfrente; la vieja señora cotilla, el árabe de la música tecto, el de la guitarra a la hora de la siesta, el masturbador compulsivo.

Me parece que al final tampoco lo echaré tanto de menos...

viernes, 31 de julio de 2009

¡Vamos a la playa!

Venid y ved, oh humildes mortales habitantes de áridas ciudades continentales, y envidiad el día de playa que tuve el privilegio de disfrutar el domingo pasado.

Y es que el domingo me levanté prontito para coger un tren hacia Marsella, donde un amable couchsurfer me esperaba con su coche para llevarme a descubrir la costa. Por la mañana, pequeña playa de rocas cerca de Bandol, perfecta para ir tomando contacto con el mar sin el agobio de las hordas de bañistas veraniegos que atestan las playas por estas fechas.


Una vez ya tostaditos (¡cómo pega el solecito por estos lares en junio, madre mía!), decidimos ir a buscar comida a Sanary, con la suerte de encontrar un mercado de fruta que saqueamos casi por completo. Y a comer al borde del mar, faltaría más.


Tras la orgía de fruta, salimos en búsqueda de otra playa, y esta vez dimos con una cala rocosa escondida tras un monte, con unas vistas de las que quitan el aliento. Y ahí me enorgullezco de haber logrado vencer mi pertinaz vértigo y haber saltado al agua desde las rocas (3 metros no parecen gran cosa hasta que subes y miras abajo...). Y luego a tostarse un poco más, por si acaso no había cogido todavía suficiente color guiri (es decir, rojo gamba).


Para terminar el día, pizza y puesta de sol en una playa de arena a medio camino entre Bandol y Sanary. Sinceramente, espectacular.


Y esta ha sido la gesta de mi descubrimiento de la Costa Azul. Espero que la hayáis envidiado, y recomiendo vivamente que os animéis a explorarla por vosotros mismos; merece la pena.
¡Pero como me gusta vivir al Sur!

martes, 28 de julio de 2009

Noches locas, locas

La una y media de la mañana y heme aquí totalmente despierta escribiendo chorradas en mi blog. Y no es que acabe de llegar de fiesta o que me haya entretenido viendo una peli o algo, no; la razón es que la francesita pizpireta de voz aguda con la que comparto mi estudio se transforma ciertas noches en una especie de monstruo capaz de emitir ronquidos que asustarían a más de un fornido camionero.

Sí, sé que la pobre no lo hace aposta, por supuesto. No impide que ahora mismo sienta un deseo casi irrefrenable de meterla un calcetín por la laringe. Y a ser posible sucio.

Seguro que el juez coincide conmigo en que se trata de un caso claro de legítima defensa.

sábado, 25 de julio de 2009

De sofá en sofá (y tiro porque me toca)

¿Qué hacen un chino, un alemán, una suiza y una española que no se conocen charlando juntos en un bar de Avignon?

Solución: surfear.

Para los que no hayan entendido el chiste, hace un mes me hice miembro de una comunidad de la que ya había hablado aquí, Couchsurfing (literalmente “surfear en el sofá”) que propugna una forma de viajar diferente: alojándose en casa de los habitantes del lugar.

Pese a mis iniciales reparos, mi primera experiencia en casa de un surfero fue increíble; el dueño del piso no sólo me acogió amablemente (bueno, a mí y a otras tres surferas) sino que se convirtió casi en un amigo. Y eso es porque CS va precisamente de eso, de estar en un sitio con un amigo que te acoge, te enseña la ciudad, sale contigo… Es una forma de solidaridad con el viajero, de conocer a gente estupenda y de ver una ciudad desde otro punto de vista, menos turista y más agradable.


En apenas un mes he tenido la oportunidad no sólo de alojarme en casa de un surfero, sino de acoger a gente aq
uí en Avignon. No a todos les he alojado, pero es que también puedes apuntarte sólo para acompañarles en sus periplos por la ciudad. El primer fin de semana salí de visita por la ciudad con una pareja de marselleses, el finde siguiente aprendí a bailar blues con un americano y fui al teatro con un hindú (el par de la foto), y a los tres días me tomé un helado con un chino recién llegado de Buenos Aires, una suiza que surfeaba en su casa y un aficionado al teatro alemán. Cada uno con sus relatos, sus ideas, sus experiencias pero, sobre todo, con ganas de compartir un momento con un amigo desconocido.

En agosto volveré a surfear en sofás ajenos, esta vez italianos (para los que no lo hayáis leído, ¡¡¡busco compañeros para el todo o parte del trayecto Avignon – Roma!!!) y sé que va a ser precisamente eso lo que convertirá mi viaje en una experiencia diferente. Y a la vuelta, ya sabéis que podéis contar con un sofá y una mano amiga en Avignon.


Sólo hay una contraindicación: surfear crea adicción.
Avisados quedáis.

jueves, 23 de julio de 2009

Yo tampoco me lo creo

Dice el Dragó en este artículo que lo de la luna fue todo un montaje...
Y digo yo que cuánta razón tiene. Ni a la luna, ni al espacio, ni al otro lado del Atlántico. Que de todos es sabido que Armstrong era un mamarracho sacado de una telenovela venezolana de poca monta. Y Colón, otro.
Y que la luna está muy lejos y después del Atlántico lo que hay es el cielo y Nuestro Señor Jesucristo, Amén.

Ya está bien de hablar de tecnología, señores, que aquí somos gente seria...

jueves, 16 de julio de 2009

De teatro y otras locuras (II): el día que fui inmigrante ilegal


En mi periplo por el festival, intento siempre buscar obras diferentes, especiales, arriesgadas; y el otro día encontré a la candidata perfecta: "Ticket", una performance que propone seguir los pasos de un inmigrante ilegal que intenta pasar al "otro lado". Y menuda performance...

Para empezar, no se desarrolla en un teatro, sino que te dan cita al borde de un bosquecillo en medio de la isla de la Barthelasse (una islita que hay en el medio del Ródano a su paso por Avignon). Una vez todos los "inmigrantes" reunidos, aparece el protagonista ya en su papel de camello, dándonos instrucciones para pasar al "otro lado" sin demasiados problemas. Nunca des tu nombre ni tu lugar de origen. No des nombres de otros. No respondas, ni siguiera asientas o niegues con la cabeza. Si te preguntan algo, tú sólo responde: "King Phone". De lo contrario, serás deportado, y todo tu esfuerzo habrá sido inútil.
Una vez que se aseguró de que todos habíamos comprendido, nos hizo cruzar el bosquecillo, obligándonos a escondernos cada vez que pasaba un coche cerca y a correr en las zonas despejadas. "Y los viejos que no pueden correr se quedan atrás, no les esperéis".
Al final del camino nos espera un polaco que, armado de una metralleta y dando gritos incomprensibles, nos quita los pasaportes y tarjetas de identidad. Y ahora que todos estamos cansados, acojonados y sin papeles, nos conduce a la parte trasera de un camión, donde otro polaco nos mete a empujones y cierra con llave, dejándonos a oscuras y muertos de calor (aclaremos que un contenedor metálico cerrado a cal y canto a pleno sol una tarde de julio acaba pareciendo más un baño turco que un medio de transporte). En ese momento se integra a la troupe un cámara dedicado a grabar las caras de horror del personal con su cámara de infrarrojos, por si no habíamos sido suficientemente humillados.

Entonces comienza la segunda parte de la performance, en la que oyes más que ves, y sientes más que oyes. Se escucha una pelea a tiros entre los polacos y el camello que, por suerte, parece solucionarse sin muertos. De repente, el contenedor empieza a moverse, como si el camión se hubiera puesto en marcha. Entonces aparece entre nosotros una joven negra que nos cuenta su historia, su sufrimiento para llegar hasta aquí. Poco después el camión se detiene, se abre el portón y aparece uno de los polacos, el más asqueroso de todos, armado hasta los dientes y apuntándonos a los ojos con una linterna. Nos grita algo en polaco que suena a insulto. Se dirige hacia la joven y, delante de todos nosotros, abusa de ella, verbal y físicamente. Una vez satisfecho se va y el camión vuelve a ponerse en marcha. Dentro se ha hecho el silencio.
Después de un rato indeterminado, paramos y nos llegan voces desde fuera que indican que hemos llegado a la aduana. El portón se abre y los "inmigrantes" nos apartamos rápidamente, temiendo un nuevo ataque polaco. Sin embargo, es la policía; nos han descubierto. Ya nunca llegaremos al "otro lado". Salimos del contenedor lentamente, sudorosos y con miedo.
Entonces aparecen los actores a saludar, y les acogemos con un aplauso silencioso, intenso. Nos lleva un rato recuperar el habla, como si acabáramos de despertar de un sueño profundo. Nos devuelven los papeles y nos dan las gracias por haber venido.

No es sólo un magnífico espectáculo. Es un trozo de vida y, para muchos, una realidad personal; y eso es capaz de quitarle el habla a cualquiera.

En cualquier caso, si alguno de vosotros pasa por aquí durante el festival, no dudéis en acercaros a ver "Ticket". Merece la pena.

viernes, 10 de julio de 2009

Razonamientos matutinos


Hoy he pasado una mala noche y he tenido un despertar algo difícil.
Según me he levantado, directa al baño a lavarme la cara. Me miro al espejo. Todo está borroso.

Primera reacción: ¡Estoy borrosa! ¡Mierda! ¿Qué me pasa? ¡Voy a emborronarme hasta desaparecer!
Primer razonamiento, dos minutos después: Las personas no se emborronan, es físicamente imposible.

Segunda reacción: Entonces, ¡me estoy quedando ciega! ¡Ahora lo veo todo borroso, pero luego todo desaparecerá y no veré nada nunca más!
Segundo razonamiento, otros buenos tres minutos después: Las personas no se quedan ciegas en una sola noche sin motivo aparente. Ponte las gafas.

Me pongo las gafas y vuelvo al baño. Constato que mi compañera de piso se acaba de duchar y el espejo sigue empañado.

Voy a hacer café.

miércoles, 8 de julio de 2009

De teatro y otras locuras (I)

Ayer, en el trayecto entre la calle central de Avignon y mi casa me crucé con tres monjas barbudas en moto, una japonesa vestida de blanco cargando un árbol, media docena de payasos, cuatro detectives de incógnito, una pareja a bordo de una cama motorizada, tres amas de casa - animadoras, un futbolista haciendo malabares con una sartén, un huevo y una maza en llamas, un piano de cola en la terraza de un bar de viejos, un grupo de ángeles con paraguas azules y varios miles de carteles de todos los colores y tamaños inimaginables.

No, no me he vuelto loca, lo que pasa es que ha empezado el Festival de Teatro, y aquí no se andan con chiquitas. Durante las próximas tres semanas tendrán lugar más de cien espectáculos al día; tanto en teatros como por la calle, pasando por escenarios tan inesperados como un contenedor de un carguero o el hall del ayuntamiento.

Para dar un poco de envidia, aquí dejo una parte de las fotos que tomé ayer mientras paseaba. Haced click para ampliar.
Más en próximas entregas.

martes, 7 de julio de 2009

Es noticia

Ayer en las noticias:

Un taxista muere apuñalado en Madrid en 2007.
Seis muertos en un incendio de una vivienda en Londres.
Veintiséis militares pakistanís mueren en un accidente de helicóptero.
Ciento cuarenta muertos durante una protesta de la minoría musulmana en China.

Leí hace poco no sé dónde que, cuanto mayor es la distancia, más muertos se necesitan para que algo sea noticia.
Y lo peor es que quizás sea cierto.

domingo, 5 de julio de 2009

Domingos y profesores


Tras 17 años de estudiar, no he conseguido deshacerme de la firme convicción de que los profesores, una vez fuera de clase, dejan de existir o, a lo sumo, llevan una existencia miserable. En cuanto salen por la puerta del aula, sus pequeñas e insignificantes vidas están formadas por una serie de insulsas tareas capaces de aburrir al mismísimo Sísifo. Los simpáticos vuelven a sus familias y a su típico y mediocre hogar; los abominables regresan a un hogar vacío a corregir exámenes y poner malas notas para desahogar su vacío vital. Sé que es simplista, egocéntrico y poco realista, y tengo amigos dedicados a la noble tarea que demuestran lo contrario, pero qué queréis, la imaginación es lo que tiene.

Es por ello que siempre me choca encontrarme con un profesor en circunstancias no escolares. Y por eso mismo cuando esta mañana me he encontrado con mi profesora cincuentona y algo estirada de gramática inglesa, mi cerebro ha tardado un rato en reaccionar.

Y es que esta mañana de domingo he realizado la heroica hazaña de levantarme antes del mediodía para acercarme al mercadillo que hay detrás de casa y que, como todo en Francia, abre a unas horas indecentes. Y allí estaba ella, detrás de uno de los puestos, vendiendo joyas y artilugios varios fabricados en el sur de Asia.

"Me ha visto, habrá que saludar", me digo.

Y entonces:
Descubrimiento chocante número uno: es un puesto de comercio justo en el que vende abalorios hechos en el sur de Asia y cuyos beneficios van a un organismo que lucha contra el trabajo infantil en dicha zona.
Descubrimiento chocante número dos: ella misma compra los abalorios en sus países de origen respectivos. Cada año coge su mochila y se pierde ella solita por los diferentes países surasiáticos durante ocho semanas en verano.
Descubrimiento chochante número tres: tiene una licenciatura en español y lo habla bastante bien porque vivió en Madrid, mi Madrid, durante tres años.

Y así, como quien no quiere la cosa, pasa media hora y aquí sigo hablando con Danielle Jalras, aventurera, idealista, intelectual y, además, profesora de inglés.

El domingo que viene tiene pensado volver a este mercadillo, sino encuentra billetes para la India ("mi noveno viaje a ese país, si mal no recuerdo"). Me despido pensando que a lo mejor podría hacer el esfuerzo el domingo que viene y volver por aquí.

Saldo del día: cuatro libros de los de a euro por pieza y de pinta estupenda, y una charla estupenda con una persona interesantísima.

Y, sí, también un par de pendientes made in India.

sábado, 4 de julio de 2009

Lluvia

Llueve. Una gota de lluvia se desliza lentamente por mi nariz, cae, cae, cae. El cielo amenaza, grita, se retuerce. A mi alrededor todo está mojado.

Me gusta la lluvia porque no entiende de raza, sexo o clase social; seas quien seas, si te llueve encima, te mojas. Me gusta la lluvia de verano, la tromba de agua que cae de golpe, sin apenas prevenir, y que parte tan rápido como vino. Me gusta caminar bajo la lluvia despreocupadamente pues, al fin y al cabo, sólo es agua, y tarde o temprano dejará de llover.

Mi pelo huele a lluvia. De mi flequillo cuelgan tres pequeñas gotas de agua, resistiéndose a caer. Me asomo a la ventana y, al moverme, las gotas de mi flequillo caen, caen, caen.

Me gustan los días de lluvia.

viernes, 3 de julio de 2009

Couchsurfing


La semana pasada surfeé por primera vez y no me mojé.

Claro, que lo que no he dicho es que surfeé en un sofá. Y es que ahora soy una couchsurfer, CS para los amigos; un término muy rimbombante que designa a los miembros de una comunidad, http://www.couchsurfing.org/ , dedicada a alojar a viajeros gratis en la casa propia. El viajero consigue alojamiento, consejo y, si tiene suerte, un acompañante para recorrer la ciudad; y el propietario del sofá, compañía y unas cervezas, que nunca están de más.

Mi primera experiencia, en Lyon, ha sido una locura. Un CS dedicado a la causa en cuerpo y alma, que no sólo alojaba a cuatro personas a la vez (su salón parecía una habitación de albergue), sino que nos dejó las llaves porque se iba de viaje un par de días mientras estábamos ahí. Los otros CS fueron estupendos y el dueño, una vez en casa, resultó ser un tío divertido y simpático y un gran cocinero. A cambio, ron, cervezas y la tortilla de patatas más grande que jamás he cocinado (de las de 4kg de patatas y una buena docena de huevos) que, de hecho, tuvimos que voltear entre tres porque no había dios capaz de manejar aquello sin abrirse la muñeca en dos.

Yo ya me he apuntado en la web y, a partir de agosto, que ya tendré mi nuevo apartamento para mi solita, empezaré a acoger surferos.
Bueno, eso contando con que haya alguien que se pierda por estos mundos dejados de la mano de dios y necesite un sitio para dormir, claro...

jueves, 2 de julio de 2009

¡Me derritooooo! (II)

Por fin, esta tarde, lluvia. Viendo los nubarrones acercarse, comento: “¡Mira, va a llover, menos mal! ¡Ya era hora de que refrescara un poco!”.


Pues va a ser que no.

No sólo no ha refrescado, sino que se ha creado un magnífico efecto sauna. He salido a la calle y se me han empañado las gafas.


No voy a sobrevivir a este verano, lo sé.

miércoles, 1 de julio de 2009

¡Me derritooooo!


Escribo estas líneas a 33ºC y 90% de humedad, en un apartamento que recibe una magnífica luz solar a casi todas horas del día y que, por supuesto, no dispone de climatización de ningún tipo.
No ayuda tampoco el hecho de que la tienda que vende ventiladores a precios razonables más cercana se encuentre a 15km, al final de una carretera que nada tiene que envidiar a la estepa manchega y a la que la menda y su bici temen enfrentarse por miedo a derretirse como la bruja malvada del Mago de Oz.

El único método eficaz que he encontrado para sobrevivir a este castigo meteorológico ha sido convertir mi cocina en una pequeña fábrica de gazpacho y zumos varios pero, aun así, si un día de estos aparece en las noticias la historia de una joven española muerta derretida en un pueblo francés, podéis tener por seguro que ha sido la que aquí escribe.

¡Quién me iba a decir que iba a echar de menos el Mistral de las narices!

jueves, 18 de junio de 2009

Y el asesino es...


Hoy he soñado una novela policíaca.
Había chicos guapos y misteriosos, persecuciones en coche, un rapto de unas pobres cabras y una conspiración en un lejano despacho.

Como en casi todas las novelas del género, al principio todo parece muy simple: los chicos buenos son requetebuenos y los malos del despacho, requetemalos; pero pronto se descubre que nada es lo que parece.

Todo empieza cuando los buenos consiguen un trabajo honrado en la empresa en la que yo trabajo, que ofrece viajes de larga distancia en coche, mientras los malos se dedican a robar cabras, como tiene que ser. Al principio todo es dicha y buen humor, pero un buen día, al preguntarles sobre su pasado, responden con evasivas, bosquejando un oscuro secreto que nadie quiere confesar. De pronto, se descubre que los misteriosos hombres del despacho están de hecho investigando este oscuro secreto y siguiendo a los chicos guapos. Se habla de una familia rica, inmensamente rica, de la fuga de uno de los hijos, de la mala vida y de todas esas cosas que sólo un policía puede averiguar.
¿Serán los buenos dos malvados prófugos o tan sólo las víctimas de los detectives - raptores de cabras? De hecho, ¿por qué secuestran cabras los hombres del despacho, y qué tienen que ver con el oscuro secreto de los chicos guapos? ¿Quiénes son los buenos y los malos realmente?

Pues todo ello quedará para próximas entregas porque, por culpa de un mosquito acosador, en ese momento me desperté. Se aceptan pistas y teorías que ayuden a resolver el misterio.
A veces mi subconsciente me preocupa, aunque hay que admitir que tiene estilo.

jueves, 11 de junio de 2009

Adivinanza

¿Qué hacer cuando tienes tres días para preparar el parcial más importante de todo el año de derecho francés de las obligaciones (sí, es tan ligerito como pinta) y entregar para el curro una traducción de 9500 palabras especialmente coñazo y urgente?
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Solución: llorar amargamente (y comprar café en packs de 5).

sábado, 6 de junio de 2009

10 a.m.

Debería haber una ley que prohíba levantarse antes de las 10 de la mañana en fin de semana.

Pongámonos en antecedentes: vivo en una residencia estudiante pública, garantía de aparatos y muebles que no funcionan, puertas que chirrían y, en general, desperfectos por doquier. Y la cosa es que una se acostumbra; ¿qué más da si para abrir el armario hay que sacar la puerta de los goznes? ¿Qué importa si la nevera congela todo aún en la temperatura más alta?

Pero esta semana, oh cielos, el váter ha comenzado a canalizar el agua de ducha de nuestros vecinos de arriba, vaya usted a saber por qué. Así que ahora, cada vez que uno de ellos decide usarla (y encima tenemos vecinos limpios), el váter realiza un ruido similar al de tirar de la cadena, pero durante al menos media hora.

Resultado: cuando mis vecinos se levantan y se dan una ducha, véase sobre las 9 de la mañana incluso un sábado como hoy, disfruto de un despertador brutal e imposible de apagar. Y, no contentos con ducharse, se han dado al bricolage desde recién levantados, con lo cual una lleva desde entonces trabajando a ritmo de taladradora y martillo.

Y yo lo único que puedo pensar es que menos mal que no soy yo la que posee el martillo ahora mismo, porque por lo visto el asesinato sigue siendo ilegal, incluso antes de las 10 de la mañana.

domingo, 31 de mayo de 2009

Los riesgos de hacer la compra en francés

Vivir en un país en el que se habla un idioma diferente al tuyo a veces puede ser un problema, sobre todo a la hora de hacer la compra. Tras casi dos años de probar suerte y, sorprendentemente, seguir viva, he decidido crear una tabla para evitar que futuros incautos mueran intoxicados. Según tu nivel de francés (del I al V), esta tabla te ayuda a saber qué pedir en el súper sin temor a confundirte.

Nivel I. Pasta y arroz: lenguaje universal, perfecto para recién llegados.
Nivel II. Verduras: fácil, esas tienen colorines y formas identificables.
Nivel III. Carnes: a poco que hayas hecho la compra en España alguna vez, podrás identificar la mayoría. Y sino, las salchichas son iguales vayas donde vayas.
Nivel IV. Quesos: en otros países no sé, pero en Francia es imposible saber cuál es cual y, si quieres salir algún día del súper, mejor no pidas consejo a un experto. Es queso francés y está bueno, y punto.
Nivel V. Pescados: sólo para los más valientes. A menos que vivas en un pueblo costero, las pescaderías te sonarán a chino. Y, peor, a caro, muy caro. Así que acabarás comprando pescado congelado informe con nombres extraños que, por supuesto, no tienen nada que ver con los que tú conoces.

Mi última compra de pescado consistió en una especie de barras de pescado congelado con pinta de merluza, pero que han acabado siendo un pescado indefinido y chicloso, que tarda como tres cuartos de hora en freírse lo cortes como lo cortes, y que se pega a mi sartén antiadherente. Pese a todo decidí probarlo y es como beberse un vaso de agua: insípido.

La próxima vez bajo al súper con el diccionario.

Viajeros-maleta

Hoy me he dado cuenta de que en los tres meses que llevo compartiendo piso con la habitante del búnker, no se ha levantado ni un solo día antes que yo. Días de clase, fines de semana, vacaciones. Salga de fiesta o no. Su media son las 2 de la tarde. Y una vez despierta, su actividad sigue desarrollándose intramuros; entre Messenger, películas y los dichosos audio-libros en alemán, es capaz de no pisar la calle en días.
Pero lo más triste del caso es que viene a Francia para apenas 6 meses. Seis meses en los que, en vez de conocer gente, salir, visitar la ciudad o aprender el idioma, se convierte poco a poco en una maleta.

Todos hemos conocido alguna vez a un viajero-maleta. Son esos viajeros que, como la habitante del búnker, viajan porque hay que viajar, pero una vez allí prefieren quedarse en el ordenador del hotel contando lo bien que se lo están pasando en vez de salir a pasárselo bien de verdad. Son esos que vienen, toman la foto y se van, porque “ya lo he visto”. Son esos que viajan como una maleta: del avión al hotel y viceversa.

Ya lo decían mis padres; “la vida del turista es muy dura”. Incluye madrugones, ampollas en los pies, lluvia a cántaros o quemaduras por el sol. Pero a cambio te regala amigos, lugares increíbles, fiestas, risas, anécdotas, descubrimientos, cultura, crecimiento personal… No hay nada mejor en un viaje que la incertidumbre del día a día, la anticipación de un nuevo descubrimiento y una nueva aventura.

Hoy pienso seguir mi propio ejemplo y voy a salir a ver mundo (o Avignon, que en un solo día tampoco da tiempo a mucho). Eso sí, me vestiré en silencio, que mi compañera-maleta aún duerme…

sábado, 30 de mayo de 2009

Chau

El 17 de mayo de este año el mundo entero perdió un artista, un poeta, un enamorado.
Para ti, Benedetti, porque tu voz sigue sonando alta y clara aún ahora



CHAU NUMERO 3

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

Mario Benedetti, 1920-2009

jueves, 28 de mayo de 2009

Cuenta atrás

Me quedan exactamente 14 días, 14 horas, 43 minutos y 30 segundos para acabar los exámenes.

Parecía mentira hace un mes, pero al final va a ser que sí que hay un final para todo. Y, una vez libres, verano, calor, playa (todo lo que se pueda) y muchas cosas bonitas.

No sé si puedo esperar tanto tiempo...

domingo, 17 de mayo de 2009

Hoy no quiero ser inmigrante


Hay días en los que ser inmigrante no es tan divertido como parece.

Son esos días en los que te levantas con el pie cruzado, y parece que no te sale el idioma, que no entiendes las costumbres, que no sabes qué haces aquí, y que encima te viene el listo de turno a explicarte que la frase que has dicho estaba mal porque en francés el verbo va después del sujeto o cualquier obviedad por el estilo.
Son los días en los que te das cuenta que en realidad todo el mundo piensa que eres un poco idiota porque te resulta más difícil hacer las cosas que a ellos. Y aunque tú sabes que es por culpa del idioma, ellos piensan que simplemente es que no das para tanto.

¡Pobre extranjerito que no puede vivir en su país y viene a la tierra de las oportunidades a hacer dinero! ¡Mírale, qué mono él, qué forma más graciosa de pronunciar las erres!

Ser inmigrante es complicado. Es duro dejarlo todo para irte a otro lugar en el que no conoces a nadie y nadie te traerá sopitas cuando enfermes. Es agotador enfrentarse al día a día en un idioma que no es el tuyo, con unas costumbres que no conoces y nadie se molesta en explicar porque son obvias para ellos. Es difícil tener que demostrar continuamente que vales lo mismo que un nativo, ir a una entrevista de trabajo pensando que tú con tu experiencia de 4 años compites al mismo nivel que un francés sin experiencia, porque él habla el idioma perfectamente y tú eres extranjero.

Obviamente no todo el monte es orégano. Lo que no te mata te hace más fuerte y la experiencia de vivir en otro país te hace más resistente, más autónomo.
Pero es que hay días en los que vendería mi alma por poder volver, aunque sólo fuera un rato.

Y para los que nunca partieron, piensen en ello la próxima vez que encuentren un adorable inmigrante en su ciudad. En el fondo todos somos humanos.