Entre las tradiciones varias del país de los croissants hay una que me resulta especialmente simpática, y es la fiesta de bienvenida al nuevo Beaujolais.
Cada tercer jueves de noviembre el país entero, y especialmente la zona del valle del Ródano, se reúne en las plazas centrales de ciudades y pueblos para celebrar la nueva cosecha del vino de la región de Beaujolais. Durante esa noche abuelos, estudiantes, amas de casa y melenudos todos mezclados se reúnen para beber y decidir si la cosecha de ese año ha sido buena o no; tarea que se complicada a medida que avanza la noche y se vacían las cubas, todo hay que decirlo. Y como Avignon no puede ser menos, aprovecharon los puestos del mercado de navidad para ofrecer degustaciones gratis a todo el que pasaba.
¿El veredicto de este año? Aquellos que sobrevivieron a la resaca de la mañana siguiente son unánimes: 2009 trajo una buena cosecha. ¡Ahora solo queda bebérsela toda antes del año que viene.
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