Hace unos días publiqué una entrada sobre el día del Armisticio (véase aquí) en el que mencionaba la "aconfesionalidad" de los estados francés y español y su aplicación práctica. Pues bien, hoy voy a hacer de abogada del diablo y comentar una cosa que me ha llamado la atención:
Pongámonos en antecedentes: España es un estado aconfesional, es decir, aquel en el que el gobierno no se adhiere a una religión oficial, pero permite la colaboración con los distintos credos por igual. Francia, por otra parte, es un estado laico en el que el gobierno es totalmente independiente de cualquier organización o confesión religiosa.
Toda esta palabrería viene a decir que, si bien en España el gobierno tiene "derecho", según la constitución, a celebrar fiestas religiosas, debería celebrar tanto la Navidad como la Fiesta del Cordero, puesto que todas las religiones son iguales; y que sin embargo Francia no debería celebrar ninguna, dado que eso significaría unir gobierno y religión.
Y entonces, me pregunto, si estoy viviendo en un estado que sólo autoriza la práctica de la religión en privado, ¿por qué demonios tengo que soportar durante las tres horas y media que dura mi turno de trabajo los dichosos villancicos del gigantesco árbol de navidad que nos han plantado en medio del comedor de mi facultad pública?
Odio trabajar cara al público en época navideña.
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