miércoles, 21 de octubre de 2009

Megde

Yo ya lo había dicho: los macarras franceses impactan mucho menos.

Sera porque se visten como si acabaran de salir de un cómic, con pantalones pitillo, zapatillas fosforitas y la gorra a un paso de flotarles por encima de la cabeza de lo alta que va. Que, dicho sea de paso, me hace preguntarme cómo demonios hacen en Avignon con el Mistral a 100 km/h para que no se les vuele de verdad. ¿Será cosa de encajarla bien o le darán directamente al superglue?

Pero en realidad creo que el problema está en los insultos. Seamos sinceros: los improperios pronunciados con boquita de piñón y las egges a la fgançaise suenan mucho menos malsonantes, valga la redundancia.
Casi dan ganas de responderles: "¡Mírale qué mono, las cosas que dice con su acentillo francés!" (práctica desaconsejada por lo demás si pretenden conservar su integridad física). Pero es que donde estén una jota o una erre bien pronunciadas que se quiten todas las egges del mundo...

Y, si no me creen, prueben a decir "merde" en lugar de "mierda". O llamen a alguien "conard" en vez de "gilipollas". Pues eso.

2 comentarios:

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