sábado, 18 de abril de 2009

El búnker de mi casa es particular


Creo que ya es hora de presentar a mi compañera de habitación. O más bien, a la habitante del búnker de arriba.
Me explico: vivimos en un dúplex en el que no hay paredes para separar las habitaciones, aunque nos hemos arreglado para que ella se quede con la parte de arriba y yo la de abajo. Pero mi compañera encontró una solución aun mejor; un buen día al entrar a casa me encontré un armazón de mantas rodeando su cama, una especie de fusión entre una manta de patchwork y un refugio antiaéreo de la IIª Guerra Mundial. Y desde entonces se pasa el día ahí; y repito lo de “el día” puesto que se pasa la mayor parte de las horas de luz durmiendo en lo que yo lo llamo cariñosamente su búnker. A las 8 está durmiendo en el búnker. A las 11 sigue durmiendo. A las 2 se levanta para comer. A las 4 duerme de nuevo. A las 6 por fin hace cosas. A las 10 está de vuelta en el búnker.
Esta tarde me preguntó completamente en serio por qué no me hacía yo mi propio búnker. No supe qué responder…

En cuanto a la otra parte de su lado del apartamento, la visible al ojo humano, la ha decorado enteramente con cuadros de personajes de Disney. Sin comentarios.

Pero no es sólo su peculiar residencia lo que la hace especial, es que a veces es tan alemana que parece que lo hace a propósito. Como el que escuche sólo dos tipos de música: tecno del machacón o grandes éxitos de los 80 en alemán indistintamente; a toda pastilla a cualquier hora del día. O que la huelga de estudiantes que hay ahora en Francia le parezca algo incomprensible y caótico, por lo tanto, inaceptable.

En cuanto a sus otros hábitos, son perfectamente coherentes con el resto de su personalidad. Por ejemplo, nada más conocernos me dijo que era vegetariana, aunque “quesariana” sería un nombre más apropiado puesto que el 80% de su dieta consiste en algún tipo de queso. Lo cual, por otra parte, responde a por qué está en Francia de Erasmus… El otro 20% incluye una gran variedad de conservas que se trajo de Alemania con ella; no sé si porque no le gusta la comida francesa o por coherencia con la historia del búnker.

La verdad es que en el fondo me alegro de que me hayan puesto de compañera a la habitante del búnker, porque pese a lo que pueda parecer es una chica divertida y muy simpática.
Y además siempre está bien saber que en caso de ataque antiaéreo no tendría que salir de casa para buscar refugio, ¿no?

2 comentarios:

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