domingo, 5 de julio de 2009

Domingos y profesores


Tras 17 años de estudiar, no he conseguido deshacerme de la firme convicción de que los profesores, una vez fuera de clase, dejan de existir o, a lo sumo, llevan una existencia miserable. En cuanto salen por la puerta del aula, sus pequeñas e insignificantes vidas están formadas por una serie de insulsas tareas capaces de aburrir al mismísimo Sísifo. Los simpáticos vuelven a sus familias y a su típico y mediocre hogar; los abominables regresan a un hogar vacío a corregir exámenes y poner malas notas para desahogar su vacío vital. Sé que es simplista, egocéntrico y poco realista, y tengo amigos dedicados a la noble tarea que demuestran lo contrario, pero qué queréis, la imaginación es lo que tiene.

Es por ello que siempre me choca encontrarme con un profesor en circunstancias no escolares. Y por eso mismo cuando esta mañana me he encontrado con mi profesora cincuentona y algo estirada de gramática inglesa, mi cerebro ha tardado un rato en reaccionar.

Y es que esta mañana de domingo he realizado la heroica hazaña de levantarme antes del mediodía para acercarme al mercadillo que hay detrás de casa y que, como todo en Francia, abre a unas horas indecentes. Y allí estaba ella, detrás de uno de los puestos, vendiendo joyas y artilugios varios fabricados en el sur de Asia.

"Me ha visto, habrá que saludar", me digo.

Y entonces:
Descubrimiento chocante número uno: es un puesto de comercio justo en el que vende abalorios hechos en el sur de Asia y cuyos beneficios van a un organismo que lucha contra el trabajo infantil en dicha zona.
Descubrimiento chocante número dos: ella misma compra los abalorios en sus países de origen respectivos. Cada año coge su mochila y se pierde ella solita por los diferentes países surasiáticos durante ocho semanas en verano.
Descubrimiento chochante número tres: tiene una licenciatura en español y lo habla bastante bien porque vivió en Madrid, mi Madrid, durante tres años.

Y así, como quien no quiere la cosa, pasa media hora y aquí sigo hablando con Danielle Jalras, aventurera, idealista, intelectual y, además, profesora de inglés.

El domingo que viene tiene pensado volver a este mercadillo, sino encuentra billetes para la India ("mi noveno viaje a ese país, si mal no recuerdo"). Me despido pensando que a lo mejor podría hacer el esfuerzo el domingo que viene y volver por aquí.

Saldo del día: cuatro libros de los de a euro por pieza y de pinta estupenda, y una charla estupenda con una persona interesantísima.

Y, sí, también un par de pendientes made in India.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado el primer párrafo. Después de su jornada laboral vuelven a su Evil Lair en isla caribeña perdida, dentro del volcán inactivo.

    Y yo también quiero ir a la India... ;(

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  2. Ya te digo, anda que no molaría pillarse ahora el macuto y largarse 8 semanas por esos lares...
    ¡Va a ser que no está tan mal esto de ser profe, eh...! :)

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